La receta mágica

Suiza ha logrado un nivel incomparable de libertad y prosperidad para su población, y esto a través de todas las regiones del país y de sus varias clases sociales.

Este logro de inmenso valor es sobre todo el resultado de una estabilidad y continuidad sin par en su estado de derecho, lo cual además genera un grado de fiabilidad sin parangón también entre la gente de otras naciones.

A la base de esta estabilidad y continuidad se encuentran dos de los ingredientes de la receta mágica – a saber los amplios derechos políticos de la ciudadanía (en particular el derecho al referendo facultativo), y el uso del principio de colegios (grupos) como forma de gobierno.

El primer ingrediente contribuye a la creación de un cuerpo de leyes de calidad superior, en tanto que el segundo lo hace a través del hecho que en Suiza en realidad no hay nunca cambios de gobierno.

El tercer ingrediente de la receta (independencia política y financiera de cantones y comunas) contribuye también en forma indirecta a esta gran continuidad y estabilidad política. Pero su aporte principal es el asegurar una distribución extensa y equitativa de recursos y de poder político – lo que lleva a la alta cohesión socio-económica que existe en el país.

Además de los efectos directos que generan cada uno de los tres ingredientes, las contribuciones respectivas se ven también incrementadas por la acumulación de un gran número de sub-efectos de segundo y tercer orden que se derivan de los impactos cruzados y retro-activos que existen entre estos tres ingredientes.

Finalmente, cada uno de los ingredientes está a la base de varios aspectos distintivos de Suiza, y de la forma tan peculiar (y civilizada) en que funciona la vida política en el país. Todos estos aspectos tienen una gran importancia en sí mismos, pero en realidad no son más que sub-productos derivados de la existencia y uso de los ingredientes.