El autor es de la opinión que Chile reúne las mejores condiciones para implementar la “receta mágica” de Suiza.

Sin duda podría ser el primer país en Latinoamérica en hacerlo.

Y con ello cerraría la brecha insostenible que se ha creado entre una ciudadanía que ha accedido a un nivel de riqueza e independencia económica 3-4 veces superior a aquella de los años 60, pero que sigue “estancada” cívicamente – esto es, todavía en un rol pasivo y de segunda clase, e impotente frente a una clase política que impide el desarrollo hacia una madurez cívica correspondiente a su nuevo nivel de autonomía financiera.

Resulta evidente que la clase política ha simplemente fracasado en hacer reformas en el plano del funcionamiento de la democracia equivalentes a las hechas con anterioridad a 1990 en el plano económico.

La realidad es que han sido 30 años perdidos en volver y seguir practicando una “política a la antigua”.

Y el resultado es el regreso a una sociedad dividida, donde existe una gran insatisfacción e inquietudes mayores, y en la cual predomina el resentimiento y la desconfianza hacia la clase política.

La impresión es que se ha llegado a una encrucijada de importancia histórica.

O bien Chile logra reformar y “democratizar su democracia”, o bien corre el riesgo de hacer marcha atrás en los logros que lo han transformado en la nación más desarrollada de América Latina – de lejos, y en sólo 40 años.

Los artículos a continuación reflejan algunas reflexiones hechas en este contexto.